jueves, 9 de febrero de 2023

El gran viaje. Adolfo García Ortega (Reseña)

 

Un hombre obsesionado por la invisibilidad realiza, a comienzos del siglo XXI, el mismo viaje en barco que hicieron sus abuelos a mediados del siglo pasado en su viaje de novios. En la Patagonia conocieron a una mujer singular, Graciela Pavić, cuya misteriosa historia encierra un doloroso secreto. Pero el origen de su historia se remonta a la gran aventura de otro viaje, no menos misterioso, habido en el siglo XVI y destinado a cumplir un plan secreto de Felipe II en aquel territorio.”

En la línea de las novelas de viajes que comenzó con La Odisea, pero también de las novelas que se nutren de historias que llevan a otras historias, como Las mil y una noches o El Quijote, Adolfo García Ortega nos ofrece en El gran viaje un relato apasionante, que no solo es una muestra de su capacidad de gran escritor, que conocemos sobre todo por su poesía, sino también de gran fabulador.

El relato del viaje que narra la novela nace de la conversación que Oliver Griffin, un español de padre irlandés, mantiene con el narrador durante los días que los dos comparten en Funchal, capital de las islas Azores. Un viaje que, por arte de la literatura, se repite en tres espacios temporales diferentes, como si los sucesos de la existencia formaran parte de una gran rueda que gira sin parar. En este caso el eje que los sustenta es la mezcla de dos temas principales: la invisibilidad y la obsesión del protagonista por una isla situada en el mismo borde del mundo. Oliver Griffin, que comparte apellido con el protagonista de El hombre invisible, de H. G. Wells, casi al principio de la novela, justifica la relación de sus dos obsesiones:

Esto de la invisibilidad […] tan importante en mi vida y en mi nombre, ocurrió con mi isla: primero fue ficticia, luego fue real, y luego fue ficticia otra vez. Como mi nombre.”

En cuanto al viaje en sí mismo, empieza como la curiosidad de conocer lo que otros conocieron antes, hasta convertirse en una necesidad, la de reconstruir el viaje de novios de sus abuelos maternos y su estancia en la parte más austral de Chile, la ciudad de Punta Arenas, en pleno Estrecho de Magallanes, muy cerca de la isla de la Desolación, la isla que desde niño obsesiona a Griffin, la isla que dibuja sin parar. Lo descubre al leer las cartas que Graciela Pavić, una mujer con una triste historia a sus espaldas, le envía a su abuelo durante muchos años, y que desvela una relación secreta en ausencia, que le deja demasiadas preguntas en el aire. El viaje lo realizará en el Minerva Janela, un portacontenedores de bandera portuguesa que ha partido de Lisboa y se dirige a Valparaíso, y que en su recorrido atravesará el Estrecho austral.  Griffin lo abordará en Funchal, ciudad a la que tiene que llegar por avión, anticipándose al barco, por haberlo perdido en Lisboa. La estrecha relación con sus tripulantes le hará recuperar otros momentos de su vida que creía olvidados, viejas cicatrices que nos permitirán conocerlo un poco más.

Sin embargo, no son estos los únicos motivos que le inducen al viaje. Hay un personaje en las cartas de su abuelo que resulta ser el origen de todo, un autómata construido en  el siglo XVI por Melvicio de Praga. Su aparición nos lleva a la expedición primigenia, capitaneada por otro personaje excepcional: Pedro Sarmiento de Gamboa, un renacido Ulises que busca su reencarnación en el hallazgo de una nueva Ítaca que ofrecerle a su rey Felipe II, a pesar de tenerlo todo en contra. Lo que no imagina es que, a pesar de haber llegado a su destino, al Ulises que cree ser aún le quedan muchos mares que recorrer para convertirse de verdad en mito.

Luchas de poder entre reyes, el cielo y el infierno a conveniencia, en la eterna búsqueda de la inmortalidad puesta en manos de alquimistas e ideadores de maravillas, cómo el "metaverso" de un pasado más cercano a nuestros días de lo que puede parecer.

Amor, tragedias, traiciones y desgracias se dan cita en una sucesión de historias, a cuál más apasionante, que logran tejer un entramado compacto capaz de combinar los tres tiempos en un único espacio, el de la conversación tranquila de dos hombres en un entorno de callejuelas y cafés, más  pensado  para unas idílicas vacaciones que para la desmitificación de ese sueño que a todos nos despierta alguna vez, duren lo que duren los años.

El gran viaje es también un homenaje a la literatura, de Homero a Cervantes, de Conrad a Melville; y también a la historia, cuando esta solo encuentra una manera de ser verosímil, la de convertirse en literatura.

Ya que, como dice Griffin, el pasado solo existe en la memoria, el tiempo es lo único que tiene el verdadero poder de la digresión, de situarnos ante las diversas bifurcaciones que modelan el viaje individual de la existencia. La capacidad de imaginar la infinitud de ramificaciones que conforman su tejido solo está al alcance de unos pocos, sabios enredadores, cómo Umberto Eco, o de viajeros incansables a través de las palabras, cómo Adolfo García Ortega.

Adolfo García Ortega. El gran viaje. Galaxia-Gutemberg, 2022

Pedro Turrión Ocaña