jueves, 10 de diciembre de 2020

El triste retorno a Ítaca



«Era uno de sus mejores años; pero tanta felicidad no duró». Así comienza el artículo sobre Dulce Chacón que Liborio Barrera escribe, en El Periódico de Extremadura, el 4 de diciembre de 2003. Dulce Chacón era una de las más claras realidades de la literatura española de los últimos años y acababa de morir, a causa de un cáncer de páncreas, a los cuarenta y nueve años de edad. «Durante los meses precedentes –añade Barrera–, la escritora extremeña había conocido la gloria literaria y social. Había viajado a Irak antes de que comenzara la guerra y había conocido a mujeres que sufrieron la represión bajo el franquismo tal y como había reflejado en su novela La voz dormida». Esta, su última novela, había sido premiada en la Feria del Libro de Madrid por el Gremio de Libreros de la capital como Libro del Año 2003 y había encandilado al director de cine Benito Zambrano que nada más leerla se puso en contacto con la autora para hablarle de su interés por adaptarla al cine. Cuando por fin pudieron encontrarse, ella ya estaba en el hospital, allí quedaron en verse de nuevo para trabajar juntos en el guion, pero eso nunca ocurrió, pues Dulce Chacón murió un mes más tarde, cuando el director preparaba, en Cuba, el rodaje de Habana Blues. La película, protagonizada por Inma Cuesta y María León, vio la luz en 2011 y, en palabras del cineasta lebrijano, siempre que se proyecte será un homenaje a Dulce Chacón.

En La voz dormida, Dulce Chacón da voz a las mujeres que, durante la guerra civil y la posguerra, no se resignaron al papel que la sociedad tenía preparado para ellas, relegándolas exclusivamente al ámbito doméstico; a las mujeres que decidieron dar un paso adelante, pagando su atrevimiento, muchas veces, con la cárcel o, incluso, con la muerte. Dulce Chacón escarba en nuestra memoria reciente, como ya había hecho en su novela anterior, Cielos de barro, donde reivindica la necesidad de mirar hacia el pasado para reconocer el presente y, desde ahí, poder creer que aun hay futuro. Ella misma califica este texto como una “autobiografía familiar”, en la que gran parte de las cosas que suceden en el cortijo extremeño donde se desarrolla el relato, le ocurrieron a su familia. Pero también es una novela donde las desigualdades provocadas por la guerra civil, y el sufrimiento de la mujer, tienen mucho que decir. Cielos de barro fue galardonada con el premio Azorín, en el año 2000.

Anteriormente, entre los años 1996 y 1998, había publicado tres narraciones cortas que componen su Trilogía de la huida. Son tres novelas que nos hablan de la intolerancia y la incomunicación en las relaciones de pareja, y que tocan temas como el maltrato o la búsqueda de la identidad, pero también son la reivindicación de una independencia femenina que se manifiesta a través de su inteligencia, siempre infravalorada por el hombre, incapaz de calibrar la capacidad intelectual de la mujer. Háblame musa de aquel varón es el título de la novela que cierra la trilogía.




El retorno a Ítaca de Ulises se nos muestra en la Odisea como una esperanza, la de Penélope que no duda del regreso del padre de su hijo, al hogar, aunque todos afirmen que está muerto. Asediada por un grupo de pretendientes, que lo que quieren en realidad es ocupar el vacío de poder, malgastando su patrimonio, ella demora su respuesta hasta la culminación de una prenda, que teje de día y desteje de noche, para no tener que tomar una decisión, o para que la decisión que ha tomado pueda llegar a buen fin. Homero no hace de Penélope una víctima del abandono de su marido, sino que modela una mujer astuta que se muestra cautelosa y precavida en todo momento, incluso en el acto de reconocer a su esposo cuando este regresa por fin. En Háblame musa de aquel varón, Matilde también espera, hasta que un hombre, que no es su marido, con unas pocas palabras es capaz de provocar su introspección. Es a través de ese viaje interior cuando se produce la huida hacia su propia Odisea. Pero es un viaje que se fragua poco a poco. Cuando se descubre en los ojos de Ulises, Matilde hace todo lo posible para que Adrián, su marido, se fije en ella de la misma manera que lo ha hecho ese hombre que no la conoce de nada, y no deja de darle pistas, pero él siempre las interpreta al revés. Ulises ha sabido valorarla por ella misma y no por ser la sombra del escritor en ciernes que se las da de erudito y que presume de la belleza de su mujer.

«Ella sabía que alardeabas de mujer hermosa. Eso no le importaba. Pero esta vez era una reunión de trabajo. Un famoso productor había leído el ensayo sobre la Odisea que publicaste en una revista literaria; tu propuesta le pareció ambiciosa y quiso conocerte. Así es como te ofreció escribir el guion de su próxima película, realizar tu sueño. Tú le habías hablado a Matilde de Ulises. Lo describiste como un gran conversador, un productor culto, inteligente, irónico y mordaz. Ella temía encontrarse con él».

El viaje que inicia Matilde es su personal retorno a Ítaca, a ese lugar desconocido de su interior del que nunca debió salir y del que, sin embargo, había perdido toda noción a causa del papel que se le había asignado de serie y que, por ese desconocimiento, ella acepta. Si la relación entre el Ulises de la Odisea y su mujer, Penélope, es el mutuo deseo de retorno que nace de su separación, la que se produce entre Adrián y Matilde es una relación de ausencia que nace de una unión basada en el silencio y la incomunicación.

«La fatalidad te ha enseñado que las palabras que evitabas decir, y también las que dijiste, forman parte de la distancia que aumentó el desprecio de Matilde hacia ti.

A partir de la primera sospecha, Matilde y Adrián toman caminos diferentes para recuperarse mutuamente. Mientras  Adrián, que le puede su ambición, toma el camino de la autocomplacencia, alentado por Estela, la esposa del director de cine, convencido de que lo que sufre su mujer es un problema de celos; Matilde opta por compartir con su marido en la noche, lo que por el día le confiesa Aisha, la joven marroquí, empleada en el cortijo de Ulises al que se han desplazado para trabajar en el guion de la película. Pero hasta en eso se verá traicionada: en este caso, quien desteje la trama es Adrián, cuando cuenta a quien no debe lo que Matilde le confía desde el corazón. Solo cuando pase el tiempo, en la soledad de la noche, frente al cuadro de Modigliani que Matilde enmarcó para él y que le recuerda a ella, Adrián empezará a darse cuenta del instante en el que se inició la fractura que provocó su desprecio. En ese momento, para justificar su insomnio, escuchará de nuevo el Nesum dorma, de Puccini: ¡Disípate, oh noche ! ¡Ocultaos, estrellas! Al alba venceré. Venceré. Venceré.



Uno de los recursos más interesantes de la novela es su narración en segunda persona, pero a través de un narrador omnisciente que lo sabe todo y que actúa como la voz de la conciencia de Adrián, que le muestra además lo que él no ha podido vivir y que es imprescindible que sepa, para poder entender lo que ha ocurrido. Así, la novela se convierte en una especie de monólogo con un solo escuchante, que además de receptor, es un personaje principal. Los lectores, esta vez, somos el público silente y sin embargo necesario para exista la otra parte de la historia, la subtrama velada en un segundo plano que nos hace levantarnos del asiento y nos humedece los ojos; porque la novela es mucho más que la narración de un triángulo amoroso entre dos hombres y una mujer. Háblame musa de aquel varón es, sobre todo, un grito contra la intolerancia, la xenofobia y el horror; es un hermoso canto a la vida, desde la literatura. 

Dulce Chacón sabía muy bien por qué escribía, y así se lo dijo, en una entrevista para la televisión, a la periodista Mercedes Gómez-Verdejo:

«No hay que escribir para ganar dinero, hay que escribir para no morirse».

Pedro Turrión Ocaña

Bibliografía y recursos audiovisuales

Barrera, Liborio (2003) “Muere la escritora extremeña Dulce Chacón a los 49 años. El Periódico de Extremadura (04/12/2003).

Bobra, C. M. (2014) Introducción a la literatura griega. Madrid: Editorial Gredos.

Chacón, Dulce. (2004) Háblame musa de aquel varón. Barcelona: Booket.

(2006) La voz dormida. Madrid: Punto de Lectura.

(2010) Cielos de barro. Barcelona: Editorial Planeta.

Gómez Verdejo, Mercedes (2003) La vida en directo (Fragmento de la entrevista a Dulce Chacón), disponible en www.youtube.com

Homero (1982) Odisea. Traducción de Luis Segalá y Estalella. Barcelona: Ediciones Orbis.


Fuente de la fotografía de Dulce Chacón: www.megustaleer.com


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