sábado, 16 de marzo de 2024

Hacia la distancia calma. Esther Ginés (Reseña)

 


Centrado en su vocación de arquitecto y en finalizar una tesis sobre la obra de Gaudí, Martín estalla cuando su hermano gemelo se suicida. A pesar de la sensación de vacío, del dolor y de la incomprensión, decide rebuscar entre las coas de su hermano y encuentra un cuaderno lleno de anotaciones y demasiados interrogantes […] Guiado por el libro de cabecera de su hermano, El Extranjero, de Camus, y convertido casi en un detective, Martín emprende un viaje interior para tratar de entender más sobre los últimos meses de la vida de su gemelo. Durante el camino descubrirá que tal vez no era la persona que él creía conocer.

Uno de los muchos milagros de la literatura es la certeza de que los libros pueden conversar entre sí, a pesar de sus diferentes géneros o precisamente por esa diversidad tan dada a la comparación y a la competencia. El título de la novela de Esther Ginés, Hacia la distancia calma, es también un verso del poema “Gloria”, de Pilar Adón, incluido en su excelente poemario Da dolor (La Bella Varsovia, 2020): Tres. Todo bien. / Hacia la distancia calma; aunque aquí sean dos, o hayan sido dos, y nada esté bien.

Hacia la distancia calma se abre con la premisa de la traumática separación de dos hermanos gemelos idénticos, Matías y Martín, causada por el suicidio del primero. A partir de ese suceso, Martín, a pesar de los peligros que supone hurgar en una herida tan profunda, tan reciente y tan cercana, se sumerge en una investigación con la única intención de intentar comprender el porqué de la decisión extrema de su hermano, y que le llevará a cambiar su manera de entender la vida de una forma radical.

Como suele suceder, casi nada es lo que parece, incluso para Martín que, a pesar de esa unión que creía inquebrantable, se da cuenta de que Matías en realidad es para él un auténtico desconocido, aunque sea difícil de entender.

«A los treinta años. Con solo treinta años, la vida por delante. Cómo evitas pensar en el posible dolor físico. Era incapaz de detener el pensamiento circular de mi cabeza, por mucho que lo intentase».

A partir de ahí se suceden las preguntas. ¿Cuándo empezó a cambiar su relación? ¿Cuánto de culpa tiene el resto de la familia? ¿Hay alguien más detrás de la muerte de Matías? 

El hallazgo de una agenda con algunas anotaciones y la relectura del libro de cabecera de Matías, El extranjero, de Albert Camus, hará que Martín descubra nuevos cabos que le pueden ayudar a entender: un personaje femenino identificado como M., un bello edificio decimonónico medio abandonado en el centro de Madrid con una interesante historia detrás y, como un viejo fantasma que se hubiera instalado en el hueco que ha dejado el hermano muerto, Meursault, el protagonista de la novela de Camus.

Hay una parte del camino terrible hacia la muerte que iguala al suicida con el reo: la que va desde la consciencia de lo inevitable a la consumación; un espacio en el que la simple visión del cielo azul se convierte en un peso inaguantable cuyo único punto de apoyo es la cabeza de quien está predestinado a morir. Nadie que no haya soportado, en algún momento de su vida, ese peso, como les ocurre a Matías y a su alter ego, Meursault, puede apropiarse del enjuiciamiento y dictar sentencia. Sin embargo, lo más terrible de todo es esa última duda que surge en quien va a morir, la de no saber si ha existido alguien que ha conseguido ir más allá del procedimiento, si, como dice Meursault, «el azar y la suerte habían cambiado algo una única vez. ¡Una única vez!». Lo que el condenado pone a continuación en condicional, como un deseo, es lo que al final termina ocurriendo, que es el corazón el que se ve obligado a poner el resto. Martín duda y es su corazón quien al fin decide que es él quien tiene que intentarlo.

«[...]llega un momento en la vida en el que todos somos extranjeros de nosotros mismos».

Más que una novela de investigación al uso, Hacia la distancia calma es una novela de indagación interior a partir de esos sucesos que nos abofetean y nos abren en canal, en este caso, llevados al extremo. Una novela de tejer y destejer, como Penélope, hasta que el dolor del alma se funde con el dolor físico. Pero también es una bellísima historia de amor que se expande hacia todos los rincones en los que el sentimiento se hace visible, convirtiéndose en lo único que puede compactar la grieta que creíamos imposible de cerrar.

Son muchos años los que invierte Esther Ginés en conseguir que la novela madure y que al final eclosione, de una manera tan espectacular que te atrapa y no te deja parar de leer, aunque hay que decir que la lectura  que tenemos en nuestras manos no es la primera  de esta historia que ve la luz.

El hecho de que la novela tenga una versión anterior me hace pensar que Esther Ginés, más que una reescritura, ha hecho una nueva traducción a un idioma que se aprende con los años y que, estoy seguro, a pesar de no haber leído el primer texto, que la ha enriquecido en todos los aspectos.

Aunque, a decir verdad, quien juzgará realmente el resultado son los personajes, en la manera en que sean capaces de entregarse al lector y hacerle sentir que, aunque no se de cuenta, el estado natural del ser humano, durante gran parte de su vida, es tenderse en pie sobre un árbol curvo que acoge grajos y convertirse, cuando ya todo es lodo, en una dama astilla para la que todo son preguntas.1

Esther Ginés. Hacia la distancia calma. Tres Hermanas, 2024.

Pedro Turrión Ocaña

1Pilar Adón. Da dolor. (Poemario reseñado en este mismo blog)

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