«Había contraído contigo compromisos imprudentes y la vida se encargó de protestar: te pido perdón, lo más humildemente posible, no por dejarte, sino por haberme quedado tanto tiempo»
Este párrafo cierra Alexis o el tratado del inútil combate, primera novela de Marguerite Yourcenar, en la que Alexis le explica a Mónica, su mujer, a través de una larga carta, las razones que le obligan a dejarla. La novela se publica en 1929 y se desarrolla en un país que hoy ya no existe, Bohemia del Norte. Alexis, miembro pobre de la aristocracia, habla en la carta de la gran mentira que ha sido su vida y del inútil combate que ha mantenido consigo mismo para tratar de aparentar lo que nunca podrá alcanzar: la felicidad al lado de una mujer. La idea central del libro es la confesión de las inclinaciones sexuales del protagonista, su homosexualidad, aunque nunca lo refiere explícitamente, sino a través de eufemismos, refiriéndose al sexo con términos tales, como amor sensual o pasión. A simple vista, puede parecer egoísta y cobarde que el protagonista, al recurrir al monólogo epistolar, no dé opción a su esposa a responder, sin embargo, es la única manera que encuentra para que ella no intervenga en su decisión apelando a sus sentimientos o poniendo delante de sus ojos las convenciones sociales que son las que no le han permitido ser él mismo.
«Yo no era feliz, en Wand, antes de tu llegada; solo estaba adormecido. Después, llegaste tú. Tampoco fui feliz a tu lado, pero imaginé la existencia de la felicidad. Fue como el sueño de una tarde de verano».
La novela lleva también una crítica implícita a la sociedad de la época, caracterizada por el fracaso de una aristocracia que le obliga, por ejemplo, a asistir a un colegio de élite que no puede pagar y que pronto tiene que abandonar; o a casarse con una muchacha rica, elegida para él por una princesa de su ámbito familiar, como única manera de salvar la situación económica de su familia. No parece probable que la trama tenga algo que ver con la propia Yourcenar, aunque sí con su entorno ya que, para construir el personaje de Alexis, se basó en el marido de una amiga íntima de su madre en cuya casa pasó algunos veranos junto a su padre. La decisión de escribir la novela pudo surgir de la necesidad que tenía Marguerite de mostrar respeto ante la situación incómoda y silenciosa que sufría una mayoría social de la época a causa del entorno y los prejuicios.
Cuando escribe el libro, Marguerite Yourcenar tiene veinticuatro años, edad similar a la de sus protagonistas. Treinta y cuatro años después relee el libro con la intención de actualizarlo, pero decide que cualquier modificación es inútil, perjudicial, incluso. Así lo refiere en el prólogo que incorpora a partir de ese momento. La confidencia está unida a un medio social, a una época y a un país, que ha desaparecido. Además, viendo las reacciones que seguía produciendo el libro en algunos círculos, pensó que poco había cambiado con el tiempo, por lo que mantenerlo podía ser beneficioso. Dice textualmente en el prólogo:
«Parece ser que, de generación en generación, las tendencias y los actos varían poco, por el contrario, lo que sí cambia a su alrededor es la extensión de la zona de silencio o el espesor de las capas de mentira».
Alexis es el retrato de una voz con registro propio. Quitarle esa voz es convertir al personaje en algo que no es, incluso cuando sus opiniones le puedan parecer dudosas a la autora, como cuando el personaje da a entender que sus inclinaciones sexuales son consecuencia de una infancia puritana en la que vivió rodeado de mujeres, o el poner en balanzas diferentes el amor y el placer. El nombre de Alexis lo extrae de la segunda Égloga, de Virgilio, y corresponde al joven que el pastor Coridón intenta conquistar en vano.
La transgresión que supone la novela nace, más que del hecho de la aceptación de la homosexualidad en sí, de la conciencia social del protagonista, producto de su educación, y de la lucha que entabla consigo mismo; la segunda parte del título resume a la perfección su estado. Claude Benoit dice al respecto: «Al ser descendiente de personajes casi legendarios, se siente obligado a corresponder a un ideal de honor y a mantenerse fiel a esa imagen ante los demás». Por otro lado, el hecho de haber vivido gran parte de su infancia al lado de su madre y sus hermanas, a las que siempre se dirige con respeto y pudor, le incapacita después para tener una comunicación directa con Mónica. También la educación religiosa recibida actuará en su contra. Durante toda su vida, la lucha que mantiene Alexis contra sí mismo será del todo inútil hasta que sea capaz de comprender que hay una fuerza dentro de él muy superior a la conciencia: la fuerza del deseo. Surgirá entonces un nuevo conflicto que tendrá que entender: la lucha entre el deseo y el posterior remordimiento. Esta última batalla solo podrá ganarla a través de una confesión que solo podrá realizar cuando se encuentre libre de cualquier prohibición. Si en el Alexis subyace la oposición entre conciencia y deseo, en su obra posterior, Opus nigrum, los prejuicios se enfrentan al hecho científico. En ambos casos, la sombra de la sospecha está presente.
A partir del prólogo mencionado anteriormente, Carla Rodríguez Corrales analiza la novela desde un punto de vista generalmente omitido por la crítica: desde las teorías de género, y más concretamente, desde la crisis de masculinidad del personaje principal. Sostiene la autora que «la confesión de la homosexualidad de Alexis se convierte en una clara enunciación de la masculinidad en crisis, es decir, del desajuste de un modelo insostenible». Según su teoría, la idea de masculinidad absoluta se deconstruye a causa de la separación de la norma que supone la derrota del patriarcado y el triunfo de las masculinidades, cuyo resultado es que las identidades sexuales pasan a representar modos de vida distintos a los impuestos. De esto último, algo sabía Marguerite Yourcenar.
Escribe Krizia Puig Molero: «Pero esta mujer, dueña de una grandeza casi monstruosa, no siempre ha vivido en el paraíso donde habitan los dioses de la inteligencia. Cuando apenas labraba con sudor y sangre su propio trayecto a la gloria, Marguerite, al igual que todas, se enamoró y fue víctima de su propio corazón». Aquella primera crisis sentimental fue a causa de un hombre y fruto de esa decepción nació Fuegos, una de sus obras más incendiarias. Años más tarde se trasladará a Estados Unidos, invitada por la traductora Grace Frick, con la que compartirá su vida hasta la muerte de esta, en 1949.
Belga, norteamericana y francesa, Marguerite de Crayencourt, con la complicidad de su padre, fiel compañero literario desde la infancia, construyó su apellido “artístico” a través de un anagrama de su apellido real. Tradujo los poemas de Kavafis, llevándolos a su terreno; tradujo a Virginia Woolf, a Henry James y de Yukio Mishima, tradujo su Confesiones de una máscara, novela de connotaciones similares al Alexis. Fue galardonada con los premios Femina y Erasmus y fue miembro de la Academia Belga, desde 1970, y la primera mujer en entrar en la Academia francesa diez años después. En España, tuvimos que esperar a 1982 para poder leer la traducción que realizó Julio Cortazar de Memorias de Adriano, su obra más emblemática. «En Adriano –dice la autora– todo se identifica con el héroe, dejando de lado el conjunto. Porque el lector, en un libro, ve siempre su propia vida. […] La vida está más en el pasado que en el presente, aunque el presente, por su plenitud, parezca eterno».
Alexis o el tratado del inútil combate, nos muestra el perfil de una mujer valiente, ejemplo de modernidad, que nunca se conformó con lo que su tiempo había preparado para ella, el papel que, según Alexis, «dentro de la vida familiar, está ya fijado con el resto de la familia. Somos el hijo, el hermano, el marido ¿qué se yo? Ese papel nos es particular como nuestro nombre, el estado de salud que se nos supone y la consideración que deben o no mostrarnos. El resto no tiene importancia, el resto es cosa nuestra». Alexis se equivocaba, porque es precisamente el resto lo que importa y eso corre a cuenta de cada cuál.
«El público que busca confidencias personales en el libro de un escritor es un público que no sabe leer. […] Mis libros han sido una serie de itinerarios paralelos a mis propios itinerarios. […] A los escritores siempre nos ha gustado jugar con los enigmas».
Pedro Turrión Ocaña
Bibliografía y recursos audiovisuales
Benoit Moriniere, Claude (1987). Marguerite Yourcenar, novela y personaje (Tésis doctoral). Valencia: Universidad de Valencia.
Puig Molero, Krizia (2008). ¡Qué insípido hubiera sido ser feliz. Texto teatral inspirado en “Fuegos”, de Marguerite Yourcenar. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.
Rodríguez Corrales, Carla (2013). “Alexis o el tratado del inútil combate: Crisis de la masculinidad y conformación de las identidades masculinas”, en Káñina. Revista de artes y letras. Universidad de Costa Rica XXXVII.
UNED (2003). Marguerite Yourcenar I y II, en https://canaluned.es
Yourcenar, Marguerite (2013). Alexis o el tratado del inútil combate. Madrid: Alfaguara.
Fotografía de Marguerite Yourcenar: Wikipedia.