jueves, 15 de octubre de 2020

Dolores Medio: la voz de la integridad

 

Una de las protagonistas del Parees Fest 2020 (Festival de Intervención Mural de Oviedo) ha sido la escritora Dolores Medio, cuya imagen preside el mural realizado por la artista gallega Lidia Cao en un muro situado en La Tenderina, 51, en el que se ve a la autora sentada frente a su máquina de escribir, mirando fijamente el papel donde se leen unas líneas de su obra más emblemática, Nosotros los Rivero, novela ganadora del Premio Nadal de 1952.

Dolores Medio (Oviedo, 1911-1996) pertenece a ese grupo de escritoras que publicaron el grueso de su obra durante la posguerra española y que, aunque fueron reconocidas en su momento –a pesar de la censura y de la concepción que el franquismo tenía acerca de la mujer–, en general han sido relegadas al ostracismo por parte de la crítica y el canon literario oficial, por lo que el gran público apenas ha oído hablar de ellas y no conoce su obra. En el caso de Dolores Medio, la profesora de literatura española y responsable de la Unidad de Estudios Biográficos de la Universidad de Barcelona, Anna Caballé, afirma en su interesantísima conferencia “Novela y autobiografía en Dolores Medio”, impartida el 19 de octubre de 2017 en la Biblioteca Nacional de España, dentro del ciclo “Clásicas a la carta”, que era frecuente encontrar sus novelas en las librerías de los años 60 y 70 en España, pero que hoy, eso es tarea impensable, salvo en contadas bibliotecas. Sin embargo, aun hay esperanza.





Ángeles Caso es la responsable de una reciente edición de Nosotros los Rivero (Libros de la Letra Azul, 2018). En su "Introducción" nos cuenta que fue el periodista de ABC, Luis de Armiñán quien, a las dos de la mañana, en su habitación realquilada de la calle Bretón de los Herreros de Madrid, le dio la noticia de que había ganado el Premio Nadal, dotado con cincuenta mil pesetas. La escritora y editora señala, a su vez, que «Probablemente, si no había ido, no era solo porque no tenía dinero suficiente para el viaje, sino, además, porque debía de parecerle extremadamente difícil que se le concediera un galardón tan importante a una absoluta desconocida». Esta cuidada edición, ilustrada por Rebeca Menéndez, tiene el aliciente de mostrarnos el texto íntegro de la obra, ya que recupera lo que la censura le quitó, e incluye al final copia de algunos de los expedientes censores.

Inmaculada de la Fuente, en su libro Mujeres de la posguerra, apunta que «En Nosotros los Rivero [la autora] retrata el ocaso de una familia de Oviedo desde 1924 a 1935 y, a través de ella, se asoma a la suya y evoca su infancia». Efectivamente, la novela narra el devenir de una familia en un momento y un espacio concreto. Pero lo hace desde la perspectiva de una protagonista absoluta, Magdalena Rivero, Lena, la hija pequeña que, tras su regreso a la ciudad, a principios de los años cincuenta, ya convertida en escritora de éxito, rememora su propia historia. Una historia que es también la de la autora y la Historia de una década repleta de cambios sociales y políticos en España, con sucesos tan importantes como el nacimiento de la Segunda República o las revueltas mineras de Octubre de 1934. Lena Rivero y Dolores Medio fueron testigos directos de estos sucesos, pero también, por extensión en el tiempo, del triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936, del golpe de estado franquista que daría origen a la guerra civil y de una posguerra que marcará sus vidas para siempre.

En la novela, Lena es una muchacha inquieta que, tras la muerte de su padre, al que está muy unida, descarga su rebeldía en la persona de su madre, símbolo de una sociedad anquilosada, alérgica a cualquier cambio. En varios pasajes de la novela se habla de la diferencia de ser un Rivero en contraposición a ser un Quintana. Dependiendo de quién lo diga, portar la sangre de uno u otro apellido tendrá connotaciones positivas o negativas. Su madre, principal representante de los Quintana, es una mujer que mide el comportamiento de sus hijos con un doble rasero, ya que solo se preocupa de lo que hacen sus hijas, tan diferentes entre sí, y no es capaz de adivinar el fin trágico que le espera a Ger, su único hijo varón, estudiante radicalizado al que no puede imponerse, por ser un hombre. Este comportamiento de relegar a la mujer a un segundo plano, aun sabiendo que su aportación laboral es de suma importancia para el mantenimiento de la casa, de primar el qué dirán a la necesidad de dar solución al los problemas familiares será, de alguna manera, la premonición de lo que le espera a la mujer en un futuro no muy lejano. Sin embargo, también nos indica que este no fue un invento franquista, sino que es un rédito del pasado que el nuevo régimen recupera en nombre de la más rancia tradición. Por eso, el contrapunto tiene que verse reflejado en el comportamiento de la protagonista: además de rebelde, Lena también es una muchacha joven preocupada por su futuro y por su formación. Esta será una característica común en muchos de los protagonistas femeninos creados por Dolores Medio y una característica propia de la autora.

Sin embargo, la novela que salió de la imprenta, que recibieron los lectores, no era la misma que había recibido el premio. Como se nos advierte en la contraportada del libro editado por La Letra Azul, la novela «no era la que Dolores Medio quiso escribir: una larga batalla silenciosa con la censura, que dura más de un año, la había cercenado, expurgando ciertos contenidos que molestaban al régimen». Para que entendamos mejor los criterios censores que justificaron la mutilación de la novela, apunto a continuación algunos ejemplos de párrafos censurados.

Algunos de los fragmentos suprimidos tienen que ver con presuntas actitudes sexuales irregulares, según la concepción del régimen franquista. Un ejemplo lo encontramos en el capítulo XVII:

«De esta época de su vida databan sus poemas, encendidos y apasionados como ardientes flores místicas. En curiosa promiscuidad, escribía al mismo tiempo algunos cuentos saturados de amor humano, doloroso y terrible en su realismo» (pág. 217).

Otros tienen que ver con la actitud política de sus protagonistas, más cercana a los postulados republicanos que a los de la “Nueva España” franquista:

«Los carteles y las banderas se multiplicaban infinitamente. A Lena le parecía que cada manifestante portaba uno. También en los balcones y ventanas surgían colgaduras tricolor, en un desbordamiento de entusiasmo. Los escudos que ostentaban las banderas de los centros oficiales y las de algunas empresas particulares, tenían ya, en vez de corona, el remate de un castillo almenado. Y Lena, que apenas se había enterado de que el día doce había habido elecciones municipales, se preguntaba cómo podía improvisarse todo aquello, y dónde habrían encontrado tanta tela morada para las banderas…

Otra cosa que admiraba Lena, ganando inmediatamente su simpatía: la alegría ordenada y sencilla con que los republicanos exteriorizaban su júbilo» (pág. 218)

O, simplemente, contienen palabras que, a juicio del censor de turno, atentaban contra la moral y las buenas costumbres que debían regir la sociedad:

«La familia del Aguilucho, por contraste, estaba constituida por una fauna pintoresca y variada: artistas, estafadores, santos, revolucionarios, políticos, cortesanas… Gente rebelde a todo lo que significase avanzar por un camino trillado. Ambiciosos de bienes o de gloria. Espíritus inquietos y superiores, hasta en su degradación, a los que podía aplicárseles aquellos famosos versos de Marquina, que Lena recordaba tantas veces, al pensar en los Rivero:

con almas de estos valores

Se tallan los grandes santos

Y los grandes pecadores.

Extraña y pintoresca familia la del Aguilucho. Cada ejemplar, un curioso tipo digno de estudio» (pág. 222).

Este empeño de Dolores Medio de intentar reflejar en su trabajo la integridad como una de las características principales, se verá corroborada en novelas posteriores, como Diario de una maestra o Bibiana.

En la primera, Dolores Medio recupera de nuevo su propia historia, ahora como maestra rural de la República y enamorada de la persona que le ha enseñado a ser una maestra moderna, implicada en los nuevos sistemas educativos traídos de Europa por la Institución Libre de Enseñanza. Sin embargo, de nuevo su integridad no será correspondida y los acontecimientos se pondrán en su contra. Lo peor no es ser purgada por el régimen tras el triunfo franquista en la guerra civil y luego rehabilitada en una aldea perdida en la sierra asturiana. No será este acontecimiento el que más daño le cause a la protagonista de la novela, trasunto de la autora, sino la traición de su mentor. La traición de su ideal de futuro. La traición de la persona a la que ama y a la que ha intentado acompañar durante su encarcelamiento, a la que ha intentado ilusionar durante su reclusión enviándole cartas y paquetes a costa de su sacrificio personal. La traición de la persona a la que ella espera con una única meta posible: reconstruir su vida en común dentro de un difícil futuro de lucha constante, de ideales incólumes. Sin embargo, él ya no piensa lo mismo, su vida ha cambiado y lo que Irene le ofrece no es más que el sueño infantil de una niña que no ha sabido madurar ni adaptarse a los cambios que la vida demanda. Él ha conocido a la hermana de un compañero de la cárcel, una señorita rica de la capital que le asegura el futuro y ha decidido casarse con ella.

Diario de una maestra no se puede considerar una continuación de Nosotros los Rivero, aunque sea una sucesión temporal de la primera. Las dos son autobiográficas, sí, pero nos presentan a dos protagonistas diferentes, la maestra republicana Irene Gal y la escritora Lena Rivero, a la postre, las dos profesiones de Dolores Medio. Una característica curiosa es que, a pesar de ser un diario, está narrada en tercera persona por un narrador omnisciente. Efectivamente, la novela es el diario de una maestra represaliada por el régimen que reflexiona sobre la vocación docente y sobre la ilusión truncada de muchos maestros comprometidos a implantar en España una educación de calidad, una de las promesas estrella de la República. En la novela, esta supuesta vocación utópica está personalizada en el personaje de Máximo Sáenz, teórico institucionalista que encandila a la muchacha y le abre los ojos a un nuevo futuro basado en la igualdad de oportunidades. En la vida real, Dolores Medio nunca le reprochó nada a ese hombre del que desconocemos su nombre, para el que solo tuvo palabras de agradecimiento, aunque, como en la novela, fuera el causante de su mayor decepción. Por otro lado, aunque el eje de la novela es la historia de amor entre Irene y Máximo, no estamos ante una novela sentimental, como algún crítico quiso ver. Tal vez por esa razón tuvo mala prensa, o porque el eje intelectual, que es Máximo Sáenz, sale mal parado en la historia. Lo que apuntaba a ser una versión más de Pigmalión, se convierte en una relación de ausencia de la que Irene, una mujer, es capaz de salir y de encauzar su vida, sola, sin la necesidad  de un hombre.

Dolores Medio no volvió a tener una relación sentimental y también abandonó una enseñanza en la que ya no creía, por eso el periodista la encontró en aquel cuarto realquilado, cuando le concedieron el premio que le permitió seguir escribiendo. Había viajado a Madrid para buscarse la vida siendo ella misma, la única persona en la que podía confiar.

Otra preocupación importante, a la hora de escribir, es intentar retratar en sus novelas a la clase media baja de la sociedad española. De ahí que se haya encuadrado su obra dentro de la novela social, aunque ella no se adscribe nunca a ninguna corriente. Anna Caballé sostiene que esta fue la causa de que pasara de «prescindir de las modas a estar pasada de moda». En Bibiana retrata la vida de una mujer corriente de la época, un ama de casa que, con su intrascendencia, termina siendo el eje vertebrador de su familia. En un momento determinado del relato, esta mujer normal decide ir a una manifestación reivindicativa en la Puerta del Sol, de Madrid, de la que ha oído hablar en el mercado, y es detenida. En la novela, la falta se solucionará con una multa de cinco mil pesetas que pagará su marido, pero en la vida real, el pago de la fianza de veinticinco mil pesetas no estaba a su alcance y tampoco tenía un marido que le sacase las castañas del fuego. Pasó un mes y medio en la cárcel de Ventas entre prostitutas y “mecheras”. Por su indumentaria, las mujeres que la acompañaban en el furgón carcelario pensaron que se trataba de una prostituta francesa. Este suceso lo reflejará, con pelos y señales, en Celda común, novela que no fue aceptada por la censura y que finalmente se publicó en Oviedo en 1996. Ella murió dos días antes de su presentación.

Al final de la citada conferencia en la Biblioteca Nacional de España, un testimonio inesperado, aportado por una mujer que convivió con ella en los últimos años de su vida en Madrid, califica a Dolores Medio como una mujer entrañable que, aunque decidió, por propia voluntad, quedarse soltera, no dejó de tener una intensa vida social y cultural, asistiendo a tertulias en el café Gijón y relacionándose con otros escritores, a los que ella conocía mejor que ellos a ella. Cuando deja de estar de moda, sobrevive adaptando novelas para la televisión, entre ellas, Nosotros los Rivero. Los ambientes que frecuenta siempre son tan humanos, como lo era ella y nunca deja de escribir. En los últimos años de su vida, muchos ovetenses la recuerdan paseando con un carrito de la compra lleno de libros de su biblioteca, para donarlos a cualquiera que los quisiera leer.

Anna Caballé se pregunta: «¿Quién estudia hoy a Dolores Medio?». Y al final de su conferencia, hace una reflexión, que me parece muy interesante: Dice que, muchas veces, en la universidad, se potencia la enésima tesis doctoral sobre una comedia de Lope de Vega, de la que existen doscientas y, en cambio, nadie se acuerda de esa gran cantidad de escritoras de las que todavía se puede rastrear su obra y analizarla en función del contexto. Ellas lo tienen todo por hacer.

Pedro Turrión Ocaña

BIBLIOGRAFÍA Y RECURSOS AUDIOVISUALES

Caballé, Anna (2017). “Todos somos culpables”. Novela y autobiografía en Dolores Medio. Biblioteca Nacional de España. Conferencia pronunciada el 19/10/2017

Fuente, Inmaculada de la (2017). Mujeres de la posguerra. Madrid: Silex ediciones.

Medio, dolores  (1963). Bibiana.  Barcelona: Editorial Destino.

        --- (1993) Diario de una maestra. Barcelona: Castalia.

        --- (2018) Nosotros los Rivero. Oviedo: Libros de la Letra Azul.

Montejo Gurruchaga, Lucía (2010). Discurso de autora: género y censura en la narrativa española de posguerra. Madrid: UNED.

Parees Fest: http://paredesfest.net/

Fuente foto Parees Fest.: Instagram @pareesfest


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