La joven Manuela lleva un año recluida a causa de una extraña dolencia a la que llaman corpo aberto, una especie de posesión: el cuerpo de la joven está habitado por un clérigo que murió en La Habana años antes. Manuela habla con acento cubano y con la voz varonil del religioso y, a pesar de ser analfabeta, hace alardes de conocimientos de latín, de dogmática y de filosofía. Pronto acuden médicos y teólogos para examinar a la joven, y cada uno emite un diagnóstico: útero errante, histeria… […] Moviéndose entre el realismo rural, el fantástico galaico y el humor más audaz, la autora nos brinda un impagable retrato de la Galicia profunda: tierra de emigrantes, meigas, patriarcado, arcaicas estructuras sociales, represión religiosa y tabúes sexuales. Inspirada en la leyenda gallea de la llamada «Espiritada o Iluminada de Moeche», Manuela se suma a la ya rica galería de grandes personajes femeninos que pueblan las novelas de la autora.
Habitada puede situarse en la tradición del realismo rural gallego, aunque trasciende sus límites al entrelazarse con lo legendario y lo fantástico. A partir de una conocida historia, la denominada «Espiritada de Moeche», Cristina Sánchez Andrade construye un relato de extremos que va mucho más allá de la anécdota y nos ofrece una narración enriquecedora, sugestiva y, en ocasiones, marcada por un humor irónico que suaviza la crudeza del trasfondo.
La protagonista es Manuela, una joven campesina analfabeta que, a principios del siglo XX, vive recluida en una aldea gallega, aquejada de una extraña enfermedad conocida como corpo aberto: la supuesta posesión de su cuerpo por una voz ajena y distante que dice pertenecer a un clérigo muerto en La Habana algunos años antes. De pronto, Manuela habla con voz de hombre, con un acento que desconoce y desgranando conocimientos reservados solo a los más instruidos. Su caso atrae a médicos y estudiosos, bajo la atenta mirada del abad, mientras ella se convierte en objeto de opresión en los ámbitos familiar, social y religioso.
La novela está dividida en tres partes que reflejan la experiencia vital de la protagonista con recursos narrativos diferenciados. "Muda", narrada en primera persona por Manuela, está escrita sin mayúsculas, un recurso que transmite la fragilidad y desconcierto de su voz. "Huésped" adopta la perspectiva de la conciencia que se instala en su cuerpo, subrayando la extrañeza de habitar lo ajeno. Finalmente, "Desalojo" funciona como desenlace o epílogo, en un intento de poner orden al caos que lo precede.
Los temas que atraviesan la obra son múltiples: el poder patriarcal y religioso de la España rural de principios del siglo XX, la discriminación de la mujer, la violencia o la locura, pero también la tradición, la superstición y el folclore arraigados a lo más íntimo del ser. La autora aprovecha la riqueza paisajística gallega para crear un escenario en el que lo real se difumina frente a la verosimilitud del conjunto. Manuela, sometida siempre a fuerzas externas, se convierte en el centro de una reflexión sobre los límites de la identidad individual.
Más que realismo mágico, Habitada plantea una “fantasía real” anclada en un contexto cultural preciso, donde lo importante no es la verdad literal, sino la credibilidad del relato. Aquí no hay héroes ni villanos, sino personajes heridos que intentan sobrevivir, conformando una pequeña sociedad marcada por lo marginal. Como en Las Inviernas o Alguien bajo los párpados, Sánchez Andrade vuelve a colocar en el centro lo que suele quedar en los márgenes, aunque en este caso, el cuerpo femenino funciona como último refugio: habitado, silenciado y profanado, pero siempre resistente.
La novela no busca ofrecer respuestas, sino que invita al lector a convivir con la incomodidad de las preguntas que suscita. Con un lenguaje cuidado y un estilo lleno de matices, Cristina Sánchez Andrade abre, a lo largo del texto, multitud de espacios que cada lector deberá completar.
En resumen, Habitada conjuga con fino equilibrio la fuerza del relato, la belleza del lenguaje y el compromiso con lo silenciado. No es una lectura complaciente, es precisamente su aspereza lo que la convierte en una experiencia literaria única e imprescindible: como ejercicio de memoria, como denuncia y como apuesta estética.
Cristina Sánchez Andrade. Habitada. Anagrama, 2025.
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