Una mujer mayor pide a su nieto que vuelva a Galicia desde los Estados Unidos para pasar el verano con ella. Quiere que asista a una especie de lucha social que está realizando con sus amigas. Buscan la acción como lo único que puede dar sentido a sus vidas. Así mezcla, Silvia Bardelás, distintas generaciones con un mismo problema: el peso de un mundo normativizado, lleno de discursos, ajeno a la vitalidad. La posibilidad de volver a sentirse vivos, reales, hace que todo se mueva ya de forma imparable. La historia es un ir y venir de pasado y presente, de ideas y acciones que revelan el callado poder social y la necesidad interior de sentirnos libres.
No siempre es el lector quien elige el nuevo libro que va a leer, a veces la lectura aparece sin buscarla, un título que llama la atención o la imagen de una portada, te llevan a leer la primera frase y ahí se produce el milagro: no puedes abandonar la lectura hasta llegar al final. Algo así me ha ocurrido con Destiempo, de Silvia Bardelás.
Lois, un joven que estudia en Boston, regresa a Galicia para pasar el verano con su abuela Mati. Ese retorno, que en apariencia no iba a ser más que una visita familiar, lo enfrenta a secretos pasados, a antiguas relaciones, a silencios que pesan, en un entorno comunitario que ya no es exactamente lo que recordaba. Al mismo tiempo, Mati y un grupo de mujeres mayores empiezan a cuestionar lo que han vivido bajo la rigidez de su entorno, mientras Estela, la madre de Lois, arrastra su propia herida y un pasado que no terminó de contar.
Este es el núcleo fundamental de la novela, sin embargo, hay otra línea argumental clave basada en otro personaje: Eva. Su reencuentro con Lois hace que este desempolve momentos de una relación juvenil que ambos mantuvieron y que permanecían latentes en su interior a causa de su tiempo lejos de la tierra. Puede que esta distancia, temporal y espacial, sea la causante de que no haya un estatus de igualdad en su mutua visión de futuro, algo que intuimos sobre todo en sus silencios, pero también en sus reflexiones alrededor de la música, una herida abierta que supura y que ambos intentarán recomponer. Para Mati, el emparejamiento entre Eva y Lois es una especie de redención, un intento de recuperar la vida perdida que también la incluye a ella.
La música es crucial en algunos pasajes del relato: Mozart, Beethoven..., sobre todo Beethoven, y su sonata “Waldstein”, en la versión de Baremboim, que se ha instalado irremediablemente en mi cabeza.
Silvia Bardelás elige una voz narrativa colectiva que se desplaza a través de los distintos personajes en un tono a caballo entre el lenguaje poético y la cotidianidad. Este narrador múltiple, que se hace cargo de todas las visiones de los principales personajes, a veces necesita independizarse para dar amplitud al relato.
La estructura de la novela no es lineal, sino que se mueve en un presente que necesita del pasado para autocompletarse, en un “destiempo” que no es más que el vaticinio de un futuro que los personajes necesitan entender como la búsqueda necesaria de una verdad que tiene más que ver con su propia identidad que con las normas impuestas por la sociedad.
La ambientación rural aporta a la novela su calma contradictoria, pero no dibuja una idealización bucólica, sino que modela un territorio palpable de verdades a medias, heridas y silencios. La tensión entre lo cotidiano y lo trascendente que la atraviesa muestra a la perfección la manera en que se entrelazan las distintas generaciones: cómo el pasado irrumpe en el presente y cómo la música, la memoria y la palabra compartida se convierten en resistencia. Sin embargo, no es una memoria que busque en el pasado sucesos o momentos específicos, más bien lo que busca es la manera en que esos recuerdos inciden en las emociones. No es tanto qué recuerdan los personajes, sino cómo lo recuerdan. Es una memoria emocional que no siempre puede articularse en el discurso porque atañe también a olores, melodías o gestos que el lector ha de saber interpretar.
En el fondo, Destiempo no es más que una historia sobre la necesidad de reconocerse, de encontrarse en los otros, y de atreverse a decir y hacer aquello que durante demasiado tiempo quedó en el silencio que nace de navegar en los márgenes de una historia que, a pesar de la distancia, tiene mucho que ver con cualquiera de nosotros.
Silvia Bardelás. Destiempo. De Conatus, 2021. Traducción del gallego de Moisés Barcia.
Imagen: De Conatus.
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