En 2016, la cantautora neoyorquina Suzanne Vega publicó el álbum titulado Lover, Beloved: Songs from an Evening with Carson McCullers, basado a su vez en la obra de teatro musical que la misma cantante escribió y protagonizó en 2011, sobre la escritora norteamericana Carson McCullers. Es lógico pensar en la fascinación que Vega siente por McCullers. Confiesa que descubrió sus cuentos en la adolescencia y que se vio reflejada, no solo en su literatura, sino también en su imagen, que tanto tenía que ver con ella. El título del disco nos hace recordar un fragmento del libro La balada del café triste, donde McCullers se atreve a definir el amor, con palabras como estas:
«En primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas. Hay el amante y hay el amado y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado en el corazón del amante».
No es un mal comienzo para hablar de esta escritora nacida en Georgia, en 1917, y desaparecida en Nueva York cincuenta años después, tras una vida llena de altibajos provocados por su mala salud, sus adicciones y su tormentosa vida sentimental.
Su primera novela es El corazón es un cazador solitario, escrita con tan solo veintitrés años. Fijándonos en uno de los personajes de esta novela, Mick, nos atrevemos a vaticinar que su personalidad empezó a forjarse, desde muy joven, a través de la música. En la novela, Mick, una niña andrógina que viste pantalones cortos y zapatillas de lona, trata de protegerse del encasillado mundo que la rodea a través de la música que escucha en la radio y que memoriza en su cabeza. En la vida real, Lula Carson Smith, ese era su nombre verdadero, tuvo que sufrir con verdadero estoicismo la sobreexposición a la que le sometió su madre desde el día en que la descubrió, con tan solo cinco años, tocando una canción en el piano: a toda costa tenía que convertirla en una gran concertista, vestida de tul y peinada con llamativos tirabuzones. Lo que consiguió es que la niña se sintiera observada por todos, y no siempre de manera positiva: por un lado, los mayores, expectantes de encontrar a la gran artista que pregonaba su madre; y por otro, sus compañeros de colegio, que solo veían en ella a una niña singular con la que meterse, a la que llamaban “jirafa”, porque había crecido demasiado. Y cuando por fin creía poder hacer realidad su sueño, un suceso fortuito le hizo cambiar de planes. Ocurrió en Nueva York, ciudad a la que se había desplazado desde su Georgia natal, con diecisiete años, para estudiar en una prestigiosa escuela de música. En el metro, perdió el dinero que había conseguido su padre, para tal fin, vendiendo el anillo de la abuela, única herencia de la familia. Ella, en vez de hundirse y regresar con las orejas gachas, decidió quedarse en Nueva York y convertirse en escritora. La gran ciudad le brindaba un entorno más propicio para sus aspiraciones que la vieja ciudad del sur, tradicionalista y frustrante.
El argumento de El corazón es un cazador solitario podría haber sido cualquiera, dentro de la gran cantidad de situaciones injustas de la época en la que se desarrolla: estamos en medio de la gran crisis que precede a la Segunda Guerra Mundial en las olvidadas poblaciones del Sur profundo de los Estados Unidos. Lo verdaderamente importante del relato son sus personajes, luchadores hasta la extenuación, pero siempre abocados al fracaso y a la confrontación. La protagonista indiscutible no es la joven Nick, como podría hacernos creer su enorme parecido con la autora, sino un grupo de personas diferentes que encarnan los tipos más característicos de la sociedad que la rodea.
John Singer es, sin duda, el centro de la narración. Su característica particular es que, siendo sordo y mudo, tiene una capacidad especial para escuchar y entender a todos los demás, hecho que contrasta con su incapacidad para expresar lo que le come por dentro, la enorme soledad que tiene que soportar en su vida diaria tras el alejamiento del único amigo con el que se podía comunicar sin utilizar la libreta, un sordo de origen griego con el que compartía habitación y que es internado en una institución siquiátrica a causa de su comportamiento violento. Sueña cada día con las esporádicas visitas que realiza al sanatorio y cuando, en su última visita se entera de que ha muerto, la vida deja de tener sentido para él y decide quitarse de en medio. Biff Brannon es el propietario del café donde come Singer y que todos visitan alguna vez. Atormentado durante largos años a causa de su matrimonio, encuentra en su negocio la única vía de escape y, a la vez, la mejor manera de estar informado de todo lo que ocurre en la ciudad, por eso mantiene abierto su local durante las veinticuatro horas del día y se porta bien con sus empleados. Jake Blount es un obrero comunista, revolucionario y alcohólico, que está convencido de llevar consigo la verdad de la revolución y que, sin embargo, no ve más allá de su propia rabia. Es el contrapunto del personaje encarnado por el doctor Benedict Mady Copeland, intelectual negro que va de casa en casa curando la enfermedad, a la vez que trata de convencer a la gente de la necesidad de luchar contra tanta injusticia a través de la inteligencia, al final, sucumbirá, impotente, ante la incomprensión, incluso, de su propia familia. Y, por supuesto, Mick Kelly, la muchacha que se enamora de la música escuchando, de manera furtiva, la radio de unos vecinos, y que guarda en su mente las sinfonías que un día escribirá. Se enamora de un ideal, en la persona del mudo Singer y, cuando este muere, tendrá que conformarse con quedarse con su aparato de radio, a falta de poder conseguir un piano, también es una manera de mantenerlo presente. Todos ellos dan forma a un relato impactante y generoso, de sentimientos encontrados, donde el amor que nace en cada uno, siempre se desvía hacia otro lado; donde el sueño de libertad siempre choca de frente con una realidad muy diferente.
Todos los personajes terminan proyectando sus virtudes y defectos en Singer, que los acoge con agrado, puede que con el único propósito de combatir su soledad y, cuando este muere, es como si se rompiera el hilo que mantiene unida la madeja variopinta de tanto ser desmadejado de por sí. Es el recurso que Carson McCullers utiliza para poner voz a todas esas situaciones que son comunes en los supervivientes de la época, personajes sin futuro que lo fían todo a la suerte, víctimas del olvido y la pobreza que habitan en los márgenes de la civilización moderna. Los personajes más importantes creados por McCullers están marcados por la frustrante vida del sur y, muchas veces, acarrean además defectos físicos o síquicos, que subrayan la injusta situación que les ha tocado vivir; pero, a la vez, es capaz de dotarlos de una personalidad enternecedora que los hace atractivos al lector y los capacita para transmitirle su mensaje. Carson McCullers tiene una capacidad innata para ahondar en el corazón de los personajes que salen de su pluma y hacerlos creíbles. Otra característica importante es que su preocupación sincera por la comunidad negra, lejos de evangelizar, logra que seamos capaces de empatizar con ellos y compartir sus problemas.
Lucía Mora, en un trabajo publicado por la Universidad de Castilla-La Mancha, escribe al respecto: «Referirse a Carson McCullers significa evocar una soledad que nos remite a un Sur rebosante de contradicciones inherentes al conflicto entre el individuo y la sociedad […] Este sentimiento de orfandad absoluta del que la escritora nunca lograría sustraerse es, precisamente, el tema central de su ficción, concibiendo así el sufrimiento, la frustración y la ansiedad de unos personajes que se muestran aterrados ante la idea de tener que acatar las limitaciones y demandas del Viejo Sur”, y la compara con Jane Bowles, a través de sus respectivas producciones literarias.
La prosa de Carson McCullers ha sido ubicada en el denominado “gótico sureño” compartiendo espacio con escritores de la talla de William Falukner, Truman Capote o Tennessee Williams, pero siempre ha estado lejos del eco mediático que a ellos les ha permitido vivir permanentemente en la cúspide literaria, a nivel internacional. También, siendo una escritora blanca, sureña y defensora de los desprotegidos, es inevitable su comparación con Harper Lee, la escritora que se hizo mundialmente famosa con una única novela, Matar a un ruiseñor, obra hoy cuestionada en algunos sectores por contener palabras despectivas contra los “afroamericanos”, sin tomar en consideración, por un lado, que se trata de una obra de ficción que narra una realidad dentro de un contexto y un tiempo concreto que hay que mostrar para que no caiga en el olvido, y por otro, lo que la novela ha significado en la lucha por la igualdad racial en los Estados Unidos de América. Al respecto de esta comparación, Suzane Vega incluye en el disco un tema titulado, precisamente, Harper Lee, que en una de sus estrofas, dice: «Oh, Harper, Harper, Lee, Lee, Lee! / She only wrote that one book / I’ve written more than Three. ‘Oh, Harper, Harper Lee / Ella escribió solo un libro / Yo he escrito más de tres’.
Pedro Turrión Ocaña
Bibliografía y recursos audiovisuales
Mardero, Natalia (2017). “Carson McCullers: la escritora del sur”, en CDL, Continuidad de los Libros, Revista digital de Cultura, disponible en: http://continuidaddeloslibros.com/carson-mccullers-la-escritora-del-sur/
McCullers, Carson (2001). El corazón es un cazador solitario. Barcelona: Six Barral.
Mora Gonzalez, Lucía (2004). “Una breve aproximación a Carson McCullers y Jane Bowles: dos coetáneas insólitas. La soledad en “The hunted boy” y “A stick of green candy”, en Babel-Afial, 13, pp. 15-36. Universidad de Castilla-La Mancha.
Venegas, Carolina (2016). “Una vida con Carson McCullers”, en El tiempo (Diario de Colombia), publicado el 18/11/2016, disponible en https://www.eltiempo.com
Fotografía McCullers: Wikipedia
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