“Somos seres tejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas. Por eso, la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella.”
«Lo imposible debe ser soñado, para algún día hacerlo realidad»
Los que leemos asiduamente y amamos los libros puede que en algún momento hayamos puesto caras raras al saber que se necesita un manifiesto para la lectura, porque para nosotros las palabras escritas son ese “talismán” que nos cura a cada paso, que nos ha acompañado en este tiempo raro de soledades y desesperanzas; sin embargo, son tantos los que desconocen su poder, que este manifiesto es como una proclama que anuncia la llegada de la balsa salvadora, aquella que nació de un junco y de la que tanto sabe, y nos ha enseñado, la autora de este inmenso texto, Irene Vallejo.
Este pequeño libro, publicado por Siruela, nace del encargo que le hace la Federación de Gremios de Editores de España para apoyar la creación de un Pacto de Estado por la lectura y el libro; Irene Vallejo no solo acepta el reto, sino que pide que los ingresos derivados de la venta del libro sean destinados también a este proyecto. En apenas cincuenta páginas, Vallejo nos empuja a la lectura desde la primera línea, usando aquella fórmula con la que empezaban todos los cuentos, para narrarnos la historia de una mujer valiente que, a pesar de los peligros a los que se enfrentaba, ya conocía nuestro talismán: «Había una vez una mujer sola en un territorio peligroso […] Ella conocía un sortilegio infalible: era capaz de levantar un muro de aire para defenderse. Los sillares de esa muralla invisible eran las palabras.»
Irene cita a otra de las voces de mujer que más nos ha demostrado su amor por las palabras, Ana María Matute, cuando, en el hermosísimo discurso que leyó en la entrega del Premio Cervantes, dice: «La literatura ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas.»
Ellas están de acuerdo: la literatura nos salva. Escribir es crear mundos que de otra manera serían imposibles. Son mundos infinitos, porque tienen tantas lecturas como lectores posan su mirada en sus líneas. Cada lector dibuja en su mente imágenes distintas para las mismas escenas, para los mismos rostros, lo que le hace partícipe también de la creación. Imágenes que pueden también ser diferentes para uno mismo según el momento, el estado o el lugar en que leemos, porque nosotros no tenemos siempre el mismo rostro cuando nos miramos en el espejo de la imaginación, y mucho menos cuando soñamos despiertos.
Suscribo las palabras de Ana Cabello, gerente de la Fundación Rafael Pérez Estrada, pronunciadas en la presentación de la lectura pública que del manifiesto se realizó el día del libro, en Málaga: «El libro nos hace mejores, como personas y como sociedad.» En nuestras manos está que nunca pare de crecer, que se haga más joven con el paso del tiempo.
Quien esté dispuesto a viajar en el espacio y en el tiempo, que sepa que «La máquina del tiempo existe: son los libros.»
Manifiesto por la lectura. Irene Vallejo. Siruela, 2020
Pedro Turrión Ocaña
No hay comentarios:
Publicar un comentario